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Recursos virtuales para el aprendizaje

  • Flores, P.

"¡Ay vida!" La maestra que dinamizaba la ciencia

Moviéndose en albo atuendo, lleva consigo un laboratorio. Es la herramienta habitual de la profesora de química. Ese laboratorio es una especie de móvil transparente, pequeño y atractivo que recorre pasillos y se instala en cada salón de clases, destinado a las prácticas del curso. Está a la vista las diversas formas de piezas elaboradas en materiales de vidrio, sustancias de colores, pesas, una pequeña balanza, una hornilla a gas propano, entre otros accesorios y componentes, lo básico para comprender la interacción de los elementos que la tabla periódica de Dmitri Mendeléyev guía. Egresada de la UNCP, acepta al principio con cierta resignación esa forma de enseñanza-aprendizaje. En realidad, es un tanto expectante para la comunidad educativa. Los docentes de este curso complementan sus clases en un ambiente destinado para un laboratorio estable y espacioso, pero la institución educativa "San Gaspar" no contaba con ello.


Profesora y su pequeño laboratorio rodante se hicieron inseparables por muchos años, hasta hace poco, hasta unos meses atrás. Una enfermedad resquebrajó su salud, diezmó sus defensas, comprometió su vida. Rigurosa en sus enseñanzas, exigente en el cumplimiento de las tareas de los alumnos, lidiaba a veces con algunos padres de familia. Les llamaba la atención, quizás un tanto contrariada, ya que algunos de ellos pretendían que sus responsabilidades paternales las asumieran los docentes. Consideraba que había alumnos que consumían su tiempo en distractores como el celular de abundantes juegos interactivos.


"¡Ay vida!" era una interjección que expresaba su resignación por los malestares de esos problemas o por el incumplimiento de algún trabajo escolar o por la demora en la comprensión de un tema por parte de algún estudiante. Daba la impresión que esa expresión cerraba el capítulo de la situación y renovaba sus fuerzas para seguir la cotidianidad de cada día, un modo de sobrellevar la vida y dinamizar su fortaleza. Tu entrega por la educación, tu pasión por la ciencia, tus enseñanzas, en síntesis, tu fortaleza, posibilitó que algunos estudiantes descubrieran su vocación. Ello es una estela de gratitud a tu docencia en compañía de tu pequeño laboratorio.


Tu delicada salud ha ido contigo durante buen tiempo de tu existencia. Recuerdo que, algunos años atrás, al estar internada en Essalud de Huancayo, nos reencontramos con cierta efusión. Añorabas comer una fruta, de preferencia papaya. No conocía los sinuosos caminos de ese hospital, pero preguntando y preguntando quién podría llevarte la papaya llegué al área de nutrición. Se incomodaron, me dijeron quién era yo para decirles lo que tenían que llevar. No sé qué habría respondido, pero tuviste la papaya en el almuerzo y me alegré por ello, porque también sonreíste.


Posteriormente, solicitamos, con ayuda de tus familiares, que te deriven a EsSalud de Lima para estudiar y tratar tu caso. No hubo respuesta y la vanidad de los galenos, que titubeaban con un diagnóstico real, produjo tu sorpresiva alta, dejando el pedido escrito sin efecto. Meses o años después, acudirías por tu cuenta a médicos particulares. Pero los médicos de hoy son esclavos de la tecnología digital y, sin exámenes con esos medios, se encuentran perdidos. Debe ser sobre todo que los costos dificultaban el diagnóstico y tratamiento. En este 2022, acudiste a un hospital nacional, al Daniel Alcides Carrión de Huancayo y tropezaste con la insensibilidad de algún médico que te echó de “su” hospital describiendo con siniestra postura tu delicada situación. Te cercenó el alma; te dejó sin aliento.


Ante tanto dolor de su cuerpo, dicen que Francisco de Asís clamó diciendo: “Ven, hermana muerte”. Y la muerte le escuchó y se llevó a Francisco y sus dolores. Seguro que también tú lo pediste y hoy esa hermana acudió a librarte de tal sufrimiento. Hasta pronto, maestra Soledad Blanco Pariona. Seguiré escuchando en mis memorias esa frase y, al aflorar el recuerdo, diré “Hay vida”.


¡Gracias maestra!

¡Hasta pronto!


Huancayo, 21 de marzo de 2022


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